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¿Por qué es importante el acompañamiento de una Doula?

Por siglos, las mujeres hemos acompañado a otras en su transformación a madres. Nuestro cerebro primitivo nos lleva a la privacidad, a buscar en lugares cálidos e íntimos la tranquilidad de irnos quitando capas para liberar a la madre que tenemos dentro, pero el límbico que regula nuestra concepción social de madres libera la empatía y la sonoridad por lo que difícilmente dejaremos a otra mujer en circunstancias críticas por las que hemos pasado en nuestra transición, solas. Está en nuestra propia naturaleza procurarnos para hacer la transición lo más amable posible.

Con el paso de la historia, los partos transitaron de ser atendidos por mujeres matronas a hombres doctores y de ese lugar íntimo y cálido, a uno más productivo e institucional: el hospital. La compañía fue restringida y empezaron las intervenciones médicas en lo que los hombres de ciencia entendían lo que el proceso fisiológico proveía al binomio madre-bebe. La experiencia de parto se fue comprometiendo y el poco o nulo movimiento durante el trabajo de parto, la adrenalina por la inhibición de no permitirlo en lugares adecuados fueron haciendo el parto más largo y doloroso, tanto, que ahora se asocia el proceso de ser madre a algo que se sufre, más allá de lo doloroso.

Cierto es que esa concepción de dolor y sufrimiento se ha ido culturizando ya por generaciones que ha entrado a nuestro subconsciente esperando que así sea como un llamado al dolor y un antídoto es regresar a esa confianza no solo de que podemos como mujeres dar a luz a nuestros propios hijos sin ningún tipo de rescate, pero también de que esa experiencia puede ser increíblemente bella.

- Cuando pare una mujer, parimos todas.

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